“La ignorancia es la felicidad”. La sabiduría de esta premisa reside, en primer lugar, en el hecho de que quien es ignorante no sabe lo que no sabe; sólo quien se aventura a morder la manzana del conocimiento descubre frente a sí un universo que le es desconocido. Pero adicionalmente, y como es bien sabido, “la ignorancia es atrevida”. Desde la ignorancia muchos se atreven a hablar, planteando conjeturas que no han pasado por el cuidadoso escrutinio del estudio y la investigación. Es precisamente desde la alegre y osada ignorancia que quiero hacer algunos comentarios sobre la importancia de las instituciones en el caso colombiano. En lugar de concentrarme en una institución en particular, buscaré plantear con algunos ejemplos la perspectiva que creo debe ser adoptada al pensar en el papel de las instituciones. Como no se trata de un cuento de suspenso, puedo darme el gusto de adelantar desde ya mi conclusión: las instituciones colombianas sí importan. Muchas de ellas son, en realidad, “el problema”. Sin embargo, la manera como se deben abordar y estudiar los problemas institucionales no es sencilla, lo que plantea llamativos retos para los que nos empezamos a interesar desde la ignorancia en esta materia...
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